Infinito no es uno de esos conceptos de "poco pelo" sino uno con "mucha miga". Desde muy antiguo gente muy lista viene intentando definir algo que nuestra mente difícilmente puede abarcar.

Los matemáticos fueron los primeros que cayeron en la cuenta (nótese el juego de palabras). ¿Hasta dónde llegan los números?, ¿Cuantas divisiones tenemos que hacer para que 10 entre 3 nos dé un número exacto? Meditemos, por ejemplo, sobre el hecho de que hay infinitos puntos en cualquier línea recta que va de un punto definido a otro, o sobre la exixtencia de infinitas líneas en un círculo o en cualquier plano.

El concepto de infinito ha sido uno de los entretenimientos preferidos de grandes matemáticos y filósofos desde Apolonio hasta Fontenelle, así que yo, en plena madurez intelectual y profesional, no podía menos que aportar mi reflexión filosófico-fotográfica, acabando con todas las controversias en torno a la noción de magnitud infinitesimal y todas las discusiones teológicas en relación con la idea de infinitud.

Cierro el debate definitivamente con esta fotografía infinita de Primera Comunión. Demuestro así que el infinito existe y que es muy grande, muuuy grande, y que no se acaba.